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114 años de la mirada de Hitchcock

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La próxima semana, específicamente el 13 de agosto, serán celebrados 114 años del nacimiento de Alfred Hitchcock (Leytonstone, Londres, 13 de agosto de 1899 – Bel Air, Los Ángeles, 29 de abril de 1980), uno de los autores más citados y estudiados del cine. Este interés no es gratuito, los filmes del británico establecieron una nueva forma de mirar.

Las influencias de Hitchcock son diversas. Desde los montajes teatrales londinenses de inicios de siglo pasado, su fascinación por las historias detectivestas de Chesterton, las narraciones extraordinarias de Poe y las películas del expresionismo alemán alentaron un genuino interés en una tradición tan británica (cultivada en la literatura y el periodismo sensacionalista), y tan universal, por los hechos mórbidos de muertes y asesinatos, y el tema de la culpa detrás de estos. El mismo Hitchcock cuenta a François Truffaut, en su célebre entrevista, haberse sentido realmente interesado en la colección de zapatos de prostitutas en un museo que visitó en París cuando era un adolescente.

La mirada de Hitchcock insiste en detenerse en pequeños gestos, en detalles que podrían pasar desapercibidos y que desafían la normalidad, que siempre engaña al que no rompe con la convención de mirar más del tiempo establecido. El creador, a diferencia de otros artistas contemporáneos y admiradores, traduce este gesto en un movimiento de cámara que va de los planos muy abiertos a los acercamientos extremos, para romper con el equilibrio y entrar en la intimidad de los personajes, y del espectador. Es célebre el afán voyeurista de Hitchcock, que supo amalgamar sus influencias para crear un estilo propio, un toque reconocible en casi cualquier secuencia de sus películas.

Para ejemplificar, veamos una de las escenas más impactantes de su filmografía. En Notorious (1946), Ingrid Bergman es una espía, está casada con un nazi, y espera a su amante, Cary Grant, para continuar el plan secreto que han urdido. La secuencia es de una dificultad técnica muy grande, la experimentación es característica de los filmes de Hitchcock, va desde un plano muy abierto a la mano de Bergman. Observen los hombros nerviosos de la actriz y cómo se acentúa la complicidad con el espectador al anticiparle información.

En La Sombra de una Duda (1943), cuyo argumento fue retomado por Park Chan-wook en Lazos Perversos (2013), un tío ejemplar va de visita al pueblo donde vive su hermana. ¿Qué es lo que está pensando el tío Charlie, Joseph Cotten, mientras la cámara de Hitchcock se acerca más a él? El rostro del actor se agranda por la forma en que es filmado, hay un gesto muy siniestro cuando voltea a la cámara, una amenaza. Debe acentuarse que las secuencias tienen un poder de imagen muy fuerte, no se necesita saber el diálogo para entender lo que se expresa. Hay un lenguaje propio.

Finalmente, otra secuencia de este tipo es el inicio de Psicosis (1960). Esta es un resumen de la misma película. Una mirada que penetra la cotidianidad, que suele ser más clandestina de lo que se cree, que vuelve la intimidad la revelación de los deseos humanos. Como el cuchillo de la escena de la bañera, la cámara entra en la habitación del hotel donde Marion Crane, Janet Leigh, tiene un encuentro con su novio, y descubre un conflicto entre el deber y el deseo, ese que tiene Norman Bates.

esmas.com


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