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Para el amor sincero no existe la raza

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Para el amor sincero no existe la raza

Para el amor sincero no existe la raza

Para el amor sincero no existe la raza1

Para el amor sincero no existe la raza. Así lo demuestran Shawny y Dulce, dos perritas rescatadas que cada día demuestran que no es necesario ser de raza para otorgar amor y felicidad a las personas que se deciden abrirles su corazón.

Shawny, es una perrita mestiza que llegó de una semana de nacida a la casa de Gissela Vásquez, ya que su madre canina falleció.

Gissela, a pesar de tener 16 años de edad, no le importó adoptar el papel de “madre” para salvar a Shawny, sin importar su raza. “Me ofrecí a cuidarla porque la voluntaria que la tenía no podía hacerse cargo pues estaba en exámenes. Me levantaba en la madrugada cada 3 horas para darle de comer y abrigarla”, dijo la adolescente que es voluntaria en FAAN.

A pesar de su corta edad, Gissela es un ejemplo de que siempre se puede hacer algo a favor de los necesitados. “Es una gran responsabilidad, llegó a mi tan chiquita. Es hermoso salvar una vida y con la felicidad que me recibe es grandiosa”, agregó Gissela quien no puede evitar conmoverse al hablar de su perrita mestiza que ahora tiene 10 meses.

Gissela también rescató otra perrita que encontró por su barrio que corría asustada en una tarde de lluvia y al verla con cicatrices en el cuerpo se decidió quedarse con ella.

DULCE, UNA PERRITA SOBREVIVIENTE

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Dulce, es otra perrita que en su mala suerte, corrió con suerte. Luego de estar sometida a dos meses de tratamiento para recuperarse de los cortes que tenía en la mayoría de su cuerpo y de ser rescatada de la calle, encontró un hogar.

Si bien al inicio era arisca, debido a sus malas experiencias ya que se desconoce quién o qué le causó sus grandes heridas, ahora su rostro es lleno de felicidad y cada día demuestra el gran cariño que siente por su familia humana con la cual ya convive más de 2 años.

Su amor lo demuestra todos los días al emocionarse temprano en las mañanas cuando nos saluda y se para en dos patas para llamar nuestra atención. También se pone en posición de caza para emitir unos chillidos que demuestran su felicidad al vernos. Le gusta tumbarse patas arriba para que la acaricien y al mirar sus ojos, uno puede ver el amor sincero que nos tiene y, que a pesar de todavía ser arisca con otras personas, nosotros somos su mundo y los únicos en quienes confía.


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