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Cómo es la vida de un perro ciego: guía para cuidarlo correctamente

perro ciego
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El perder la visión debe ser algo difícil de asimilar. Pero no es el fin del mundo. Si tienes un perro ciego debes estar ahí para apoyarle y facilitarle las cosas.

Johanna Astudillo tuvo que adaptarse para cuidar a Mili, que a pesar de su discapacidad disfruta de la vida como cualquier otro perro.

“Para mí fue difícil, era un cambio diferente, no me acordaba que era ciega y decía ¿por qué te chocas de nuevo? luego me acordaba que era ciega, esto fue un poco complicado para mí, adaptarme a ella siendo bebé todavía”, recuerda.

CÓMO ES LA VIDA DE UN PERRO CIEGO

Hace 3 años, Johanna se dio cuenta que algo estaba mal con Mili, ya que al darle de comer se tropezaba.

La veterinaria le comunicó que Mili padecía de nervio óptico degenerativo y que no había nada que hacer. Su problema ocular talvez se debe a que su padre es de raza muy fina.

Su hogar también tuvo modificaciones para cuidar de mejor manera a Mili, de 8 años.

En el día, pasa en el patio en donde no hay nada para que no se golpee. La noche duerme dentro de la casa, de esta manera se evita que pelee con su mamá Pupi, la cual se fastidia cuando su primogénita regresa a la cama durante la noche, ya que le corta el sueño.

Debido a la pandemia los paseos fueron modificados. Anteriormente salían a caminar en el Parque Inclusivo donde Mili, un perro ciego, se ubica sin ningún problema.

Pero por la situación que vivimos, los paseos cambiaron a los alrededores de su vivienda, por lo que tuvo que ser entrenada.

“Por la pandemia tengo que cambiarme de zapatos le digo “quieta” y ella no se mueve. Sube, baja, siéntate, cuidado, son las palabras que ella aprendió (para su nueva ruta)”, dice.

Esta situación nunca desanimó a Johanna quien la cuida con esmero.

“Algunos me dicen que le duerma, pero si ella está bien porque le voy a dormir. Fuera una enfermedad terminal ahí dijera ya no hay nada que hacer, pero tiene ánimos de caminar, comer, que le mimen, es cieguita nada más”, expresa.

Y aconseja a quienes tenga ángeles con cola que padezcan esta discapacidad:

“Cuídenlos que ellos a la final sí se adaptan a las órdenes, a sus condiciones y que cuando se enfermen hay que hacerles ver. Cuando se enferman mis perras, yo corro al veterinario”.

MILI Y SU FAMILIA

Pupi, de 10 años, llegó a la vida de Johanna de manera indirecta. Fue un regalo para su hermana, pero finalmente se quedó con ella.

Por su parte, Mili es la primogénita de Pupi, a la que, la madre de Johanna ayudó a salir de su membrana al nacer y tuvo que ser reanimada por su hermana, quien es doctora, por lo cual la querían llamar Milagros, pero lo acortaron a Mili.

Entre las travesuras de Mili está que se comió un higo al inicio de la pandemia.

Durante su tratamiento la alimentó con pollo cocinado y NutraPro light, luego el veterinario le recomendó la misma marca, pero para adultos.

“La alimentación le ha ayudado bastante, comida casera no hay como darle nada, enseguida le hace mal la pancita de ella está bien delicada, tiene que comer comida sólida”, dice.

Entre otra anécdota, está que Mili busca lanzarse contra otros animales, incluido el gato Juancho, que forma parte de su familia.

“Cuando escucha un perro, quiere lanzarse, no sabe dónde pero está atinando para ver si coge un perro, según ella. Una vez se metió en los juegos de un pastor y un Golden, los perros ¡cuando le tumbaron! y ella se levantó asustada sin saber quién le hizo eso”, recuerda.

Al considerarlas como miembros de la familia, Johanna recomienda que:

“Para tener un animalito hay que tener cuidado, dinero para la comida o si se enferman. Si tienen niños enseñarles que les respeten, no les maltraten. Tenía niños que venían a visitar y querían darle con el palo a mi gato ¡imagínese! eso tampoco voy a dejar, hay que educarles a los niños, a nosotros de niños nos han dicho que no hay que estarles maltratando”.

CUIDADOS PARA PERROS CIEGOS

Si tienes un perro ciego, inspírate en la historia de Mili y aprende de esta guía para ayudar a tu ángel con cola a tener una buena calidad de vida.

Elimina cualquier cosa que pueda provocar un accidente.

Mantén el comedero y el bebedero en el mismo sitio.

Evita cambios de mobiliario en las zonas de tránsito del perro.

Bloquea las escaleras para que no tenga un accidente.

Tu perro puede necesitar ayuda para volver a subir y bajar escaleras. Ponle su arnés y sube a su lado, guiándole y evitando cualquier caída que pueda ser peligrosa para él.

Pasea por zonas familiares para el perro.

Te va a resultar muy útil entrenar una señal de “espera” o “cuidado”, para que puedas parar al perro cuando veas que se va a estrellar contra una pared.

O como lo hizo Johanna, de enseñarle órdenes como “sube” o “baja”.

Si socializas a tu perro adecuadamente a diferentes entornos, personas y animales, tendrá menos temor y se mostrará más relajado.

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