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Una peruana que dedica su vida a los perros

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Una peruana que dedica su vida a los perros
Pancito fue diagnosticado con cáncer, pero el informe veterinario estuvo equivocado

Una peruana que dedica su vida a los perros

La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas.

Si bien la definición se refiere solo a la especie humana, existen algunas personas que han dedicado su vida a ayudar a los seres más indefensos de la sociedad, como son los animales.

María Eugenia Morales desde su infancia ha tenido perros rescatados de la calle, debido a que su madre María del Rosario, practicaba dicha noble labor en Talara, Perú.

El caso que más le estremeció es de una perrita que no tenía pelo, estaba hinchada por las heridas y desnutrida. El amor de toda su familia la convirtió en una bella Pelusa, según comentó.

Otro caso que recuerda es el de un perro que pasaba en las afueras del hospital en el que trabaja su padre, en Perú. Pero durante unos meses desapareció. Un 24 de diciembre, recibieron una sorpresa pues su papá lo encontró y lo estaba llevando a su casa para cuidarlo. Napoleón “Napo” que llegó flaco y con una soga en el cuello, se convirtió en el nuevo miembro de la familia por más de 10 años.

El apoyo de sus padres ha sido muy importante para cumplir su misión a favor de los seres sin voz. “Nunca faltaba al colegio, pero como a Lisa le afectó la enfermedad de las garrapatas, falté semana y media para cuidarla hasta que ella murió en mis brazos”, recordó.

Cuenca

María Eugenia, quien vive en Cuenca por 12 años, continúo practicando su noble labor en favor de los canes ecuatorianos. Kenta, Pancito, Tripsy y Sakura son sus cuatro hijos quienes duermen con ella en su cama.

Debido a que deseaba ayudar a más perritos, ya que no podía tener más en su casa, fue voluntaria de Peluditos Cuenca. Ahí se ofreció como hogar temporal de Pancito, al que inicialmente le detectaron cáncer. “Como soy médico uncólogo me ofrecí a cuidarlo. Hice una carpa en un cuarto que tenía disponible. Coloqué un colchón inflable para dormir junto a él y luego de cuidarlo dos meses me encariñé, así que se quedó con nosotros”, dijo María Eugenia quien cuenta con la ayuda de sus hermanos para cuidarlos.

Kenta también logró una vida feliz. Llegó a su casa de un mes, luego estuvo en tratamiento médico por tres meses, tiempo en el que le tocaba cocinar sopa de pollo y le licuaba la comida para darle con jeringa. Actualmente tiene siete meses de edad y es el “bandido” de la casa.

Varios sacrificios implica su labor como el dejar de ir a fiestas cuando están enfermos sus canes, dejar de comer para darles a ellos cuando se termina la comida de perros o dejar de ir al cine para comprarles sus medicamentos. “Valen la pena los sacrificios!. Por Kenta falté al trabajo. Cuando estuvo enfermo dormía sentada con él en mi pecho. Se ponía mal de madrugada. Es hermoso verlo vivo, es mi mayor orgullo”, indicó emocionada.

Tanto es su amor por los canes que nunca permitirían que le hagan escoger, ya sea una pareja o cualquier persona. La dueña de casa donde vive le pidió que elija entre quedarse en la casa o que los regale, así que pidió los tres meses para buscar un nuevo hogar. Al final la arrendataria aceptó que se queden todos.

Actualmente ayuda en Familia Amor Animal, que tienen 32 perritos a su cuidado. “Pediría a la gente que deje de ser indiferente al sufrimiento. Nada les cuesta comprar pan y darles de comer así como brindarles agua para calmar su sed. Y si no les gustan los animales simplemente no los maltraten”, recomendó la oriunda del departamento peruano Ica.


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