BOB, UN GATO CALLEJERO QUE LE CAMBIO LA VIDA A JAMES BOWEN
El gato, malherido, apareció en el rellano de la escalera. James Bowen se le quedó mirando y su primer instinto fue buscar al dueño. Llamó de puerta en puerta, de portal en portal, y nadie parecía echar en falta al gato pardo.
Le dio leche, le llevó al veterinario, se gastó el poco dinero que tenía en antibióticos. El felino no se despegaba de él, y cuando salían a la calle le seguía como un perrito faldero.
Una mañana montaron juntos en autobús, y el gato se sentó a su lado con pasmosa naturalidad, como si supiera a dónde le llevaba. Ese día supo que su destino estaba sellado. Lo llamó Bob, y aún hoy está convencido de que se trata de «un humano en el cuerpo de un felino», publicó elmundo.es.
HISTORIA DE JAMES BOWEN
James se ganaba la vida vendiendo en plena calle ejemplares de Big Issue, la revista de los homeless. Ocasionalmente cantaba con su guitarra, y puntualmente acudía a un programa de metadona. Estaba intentando dejar las drogas. Estaba buscando un sentido a su vida y no lo encontraba, a los 28 años, cuando le cayó del cielo el gato, en 2007.
«Creo en el destino, pero no soy religioso», confiesa el espigado autor de El mundo según Bob, última entrega de la serie inspirada por su eterno acompañante por las calles de Londres.
«Creo en la filosofía del karma: lo que das es lo que recibes. He tomado muy malas decisiones en la vida, pero todas ellas me han llevado hasta donde estoy. Por más errores que haya cometido, algo debí hacer bien. Si no, no me explico cómo Bob pudo llegar a mis manos».
Nada sabe James Bowen de la vida anterior de su gato, salvo que es «sin duda londinense», porque varias veces se ha perdido y no ha tardado en encontrar el camino de casa… «Aunque en el fondo pienso que todos los gatos tienen una especie de GPS. Cada dos por tres leemos una historia de un gato abandonado en Escocia o en otro lugar, y que ha sido capaz de encontrar a sus dueños en Londres».
James Bowen nació hace 34 años en Surrey, al sur de Inglaterra. Sus padres se divorciaron y se marchó a Australia con su madre. Volvió a Londres en plena adolescencia, con la guitarra y su cuerpo largo y desgarbado, dispuesto a comerse el mundo y a convertirse en una estrella de rock.
Acabó mordiendo el polvo y durmiendo en la calle. Se enganchó a la heroína, «como una forma de escapismo». «Me acabé olvidando de todo lo demás», asegura. «La única preocupación era cómo conseguir el próximo subidón. Me acabé volviendo insensible y arrogante. Era incapaz de pedir ayuda. Estaba atrapado en un callejón».
«Hay quien piensa que viví con Bob en la calle, o que fue él quien me rescató del duro asfalto. No es cierto. Yo ya vivía en un apartamento público cuando llegó a mis manos… Si eres un homeless y duermes en la calle, un perro te viene bien porque al tiempo que te da compañía te protege. Pero un gato no. Un gato necesita cierta protección, aunque luego sea muy independiente. Bob sigue teniendo su vida y yo le doy libertad. Pero me busca y se sube a mis hombros para sentirse seguro. Los dos nos sentimos seguros».
ATRACCIÓN CALLEJERA
James y Bob forman parte indisoluble del paisanaje de Islington, el barrio londinense donde fraguó esta insólita redención del hombre a través del gato, y viceversa. Antes del salto a la fama, los dos eran también muy visibles en los alrededores de Covent Garden, donde el espíritu juguetón de Bob y su disposición a chocar las cinco con los paseantes le elevó a la condición de atracción callejera. A su dueño empezaba a sonreírle la fortuna.
La historia llegó a oídos de la agente literaria Mary Pachnos, que convenció a James para que contara su historia. En el 2013 vio la luz Un gato llamado Bob, y el resto es ya historia. Un millón de ejemplares vendidos. Setenta y seis semanas en la lista de bestsellers del Sunday Times. Traducido a 30 idiomas.
«Ni en mis mejores sueños podía llegar a imaginar algo así», confiesa James, mirando con cierta incredulidad hacia atrás. «Hubo gente que creyó que esto sería como una chispa en la sartén, y Bob caería pronto en el olvido. Pero ahí está, convertido en protagonista de seis libros (el último, For the love of Bob) e inspirándome todos los días».
«Bob me dio esperanza, fe y amor, y yo he intentado reflejar todo a corazón abierto», asegura. «Creo que la gente se identifica con nosotros en los tiempos duros, y nos ve salir adelante pese a todas la dificultades. La nuestra es una historia de ayuda mutua: yo me siento en deuda perpetua con el gato. Me ha enseñado más cosas de las que yo nunca podría enseñarle a él».
«Me ha hecho madurar y ser responsable, porque él es al fin y al cabo un miembro de mi familia. Me ha ayudado sobre todo a ser más humilde. Yo era antes una persona con un orgullo a prueba de bombas: podía estar durmiendo en un saco de dormir en la calle, pero era incapaz de pedirle ayuda a mi padre o a mis hermanos. Ahora todo eso ha cambiado… gracias a Bob».
SEGUNDA ENTREGA
En la segunda entrega de sus peripecias por las calles de Londres, James se mete en los ojos de Bob e intenta explicar los prodigiosos cambios que se están produciendo en su vida. La pareja ya no necesita salir todos los días a dejarse la piel en la calle vendiendo revistas en la calle; ahora invitan al mismísimo Paul McCartney a la presentación de su último libro, con firma del autor y pezuña del gato incluida.
James y Bob han sido nombrados entre los «mil londinenses más influyentes». Los dos primeros libros han servido de inspiración a una película, que posiblemente protagonice James McAvoy y en la que Bob hará de Bob en los primeros planos. Bowen tiene la impresión de todo avanza «en la dirección correcta», aunque a veces necesite pellizcarse para creer todo lo que está pasando y le cuesta creer que él mismo se haya convertido, como su rico abuelo, en filántropo de causas como Big Issue o Blue Cross.